Wednesday, October 31, 2007


ALEVOSÍA

Luis Eduardo Aute

Más que amor, lo que siento por ti. es el mal del animal, no la terquedad del jabalí ,ni la furia del chacal... Es el alma que se encela con instinto criminal, es amar, hasta que duela, como un golpe de puñal...ay, amor, ay, dolor...Yo te quiero con alevosía...

Necesito confundir tu piel con el frío del metal,0 tal vez con el destello cruel de un fragmento de cristal...Quiero que tus sentimientos sean puro mineral, polvo de cometa al viento del espacio sideral ...ay, amor, ay, dolor ...yo te quiero con alevosía

Nada envidio a la voracidad de tu amante más letal,ella espera tu fatalidad,yo pretendo lo inmortal, el espíritu que habita tu belleza más carnal, esa luz que resucita el pecado original...ay, amor, ay, dolor. .yo te quiero con alevosía...

El mexicano mas ilustre que ha existido se llama Benito Juarez


Tengo en mis manos el libro: Juárez Bicentenario, melo prestó mi hermano y a él se lo regalo Alfonso Sanchez Arteche, uno de los autores. Se ve bastante interesante el indice, les paso los capitulos para que se den una idea de lo bueno que esta:



Juarez la sospecha y los simbolos




La escalera del deseo




Juarez fundador de un estado laico




En el bicentenario del nacimiento de Benito Juarez




Benito Juarez hombre o mito




Juarez Plutarco y el arte de la biografia




Juarez: Indio, liberal y masón




10 razones para admirar a Benito Juarez




El fallo de la historia: Juarez como simbolo de la reforma social




Benito Juarez, cuando la perfeccion hace daño




Principio para un canto a Juarez











Que hable Juárez:






"El primer gobernante de una sociedad no debe tener más bandera que la ley; la felicidad común debe ser su norte, e iguales los hombres ante su presencia, como lo son ante la ley; sólo debe distinguir al mérito y a la virtud para recompensarlos; al vicio y al crimen para procurar su castigo."





"Contra los sentimientos de la naturaleza [humana], contra la situación de un pueblo, se estrellan siempre aun las medidas que bajo un aparente celo, hace dictar el más bárbaro despotismo."





"Porque también los yerros y desaciertos de los gobiernos sirven de instructiva lección para mejorar la condición social de los hombres."








La aportacion de Arteche allibro es la siguiente:





Juárez: indio, liberal y masón






En nuestra tradición historiográfica, la figura de Benito Juárez concentra virtudes muy diversas. Es el "indio de raza pura", el paladín por excelencia de los principios que propugnaban los liberales "puros" y el símbolo más depurado de la masonería mexicana. Tal mezcla de ingredientes despierta suspicacias, al menos por dos razones: la primera salta a la vista, pues la cualidad de "pureza" sólo es aplicable a lo que está hecho de un solo elemento sin mezcla de ningún otro. La segunda señala una aparente contradicción en el sistema de valores de la elite liberal que tomó el poder en México en el siglo xix, y que se representaba a sí misma como laica, autónoma de todo imperativo moral de carácter religioso. ¿Por qué esa insistencia en remarcar las purezas, racial, política y filosófica de quien simboliza la separación entre Estado e Iglesia?
Pero no hay que apresurar un juicio sobre la posible incongruencia entre estos diversos rasgos de un carácter inmaculado desde el punto de vista civil. Bien pueden ser entendidas como compatibles en el marco de un proceso de transformación que habría hecho, de un individuo nacido en el seno de una comunidad indígena tradicional, el máximo representante de los ideales de modernidad de un Estado nacional que pretendía igualarse con aquellos cuyo grado de civilización envidiaba.






Por su origen étnico, Juárez pertenecía a un mundo de relaciones que privilegiaba la apropiación comunal de los recursos naturales, el primado de la voluntad colectiva sobre la personal y la continuidad de prácticas mágico-religiosas para preservar la supervivencia del grupo en lo sagrado y en lo profano. En cambio, la sociedad que comenzaba a surgir desde finales del siglo xviii exigía el predominio de la propiedad privada, la vigencia de un orden constitucional uniforme que garantizara los derechos individuales, así como el desarrollo de las fuerzas productivas mediante la incorporación de los avances científicos y técnicos que evidenciaban el avance casi providencial del progreso.






El pueblo de indios, agudamente caracterizado por Dorothy Tanck de Estrada a partir de sus componentes institucionales (la "república de indios" en el aspecto político, la "comunidad" en el económico), fue una estructura de poder que tuvo cabida en el sistema jurídico, político y administrativo prohijado por la monarquía española para mantener el equilibrio en sus dominios americanos, porque se ajustaba al patrón corporativo de prelaturas y órdenes religiosas, cofradías y gremios articulados en torno de la Iglesia católica. Era un orden teológico en que la razón obedecía a la fe.






Pero este edificio comenzó a tambalearse con las reformas borbónicas, impulsadas por el pensamiento ilustrado, el cual pretendía someter los preceptos de la fe al dictado supremo de la razón. Fue entonces cuando ciertos "espíritus selectos" dieron en preguntarse si la pertenencia a una raza o mezcla racial determinaba la capacidad cognitiva y ética de sus componentes. La "pintura de castas" parece ilustrar tal supuesto, al igual que el reforzamiento de una valoración despectiva del indio como "no racional", ya que —según esta visión modernizadora— persistía en su "ignorancia" por el fanatismo religioso, tolerado cuando no cultivado por el clero, al que la población autóctona habría obedecido durante siglos. Argumento que —además de negar las raíces propias de la cultura indígena— era conveniente para los reformistas en sus intentos por desplazar a la Iglesia católica de la posición central que aún ocupaba en la sociedad.






Los liberales mexicanos, herederos en muchos sentidos de los reformistas borbónicos (entre los que destaca el obispo Abad y Queipo) fueron lo suficientemente juiciosos para no incurrir en el exceso de suponer que la condición intelectual y moral del indio pudiera estar determinada de manera inflexible por su extracción racial. Lo suponían, sí, ignorante pero sólo mientras estuviera sujeto a la autoridad comunal del pueblo de indios. Separarlo de este factor vinculatorio para individualizarlo, y hacerlo a través de la educación, se convirtió en un propósito expreso no sólo de los liberales doctrinarios representados en grado eminente por José María Luis Mora, sino también por algunos políticos e intelectuales conservadores encabezados por Lucas Alamán.






Juárez fue producto de este proceso de aculturación. El mérito de haber contribuido a formar en él una nueva conciencia, de carácter individualista, se atribuye exclusivamente a los liberales, pero el liberalismo resulta de muy difícil definición como concepto histórico, según han hecho notar Laski, Hale, Matteucci y Bobbio, entre otros autores, porque este sustantivo engloba la acción de movimientos, partidos y comportamientos políticos de diferente signo (aún en México es ardua la distinción entre "conservadores", "moderados" y "puros"), que en distintos lugares y tiempos concurrieron a la destrucción de las antiguas estructuras corporativas de poder. El principal "dato duro" es que de esta empresa demoledora surgió un nuevo tipo de Estado, el Estado liberal y democrático, del cual resulta muy intrincado separar ambos componentes. La idea que hoy tenemos del liberalismo es, en gran medida, la argumentación que los "intelectuales orgánicos" —si se acepta la categoría gramsciana— de este tipo de Estado han urdido para fundar su propia legitimidad histórica.






En México, la historiografía liberal suele destacar los hechos políticos y militares en que tomaron parte héroes o villanos de las Guerras de independencia, reforma e intervención, soslayando el trabajo de edificación social, cultural, moral y cívica que debió sentar las bases institucionales de un Estado secular, el cual por cierto comenzaba a perfilarse desde la última etapa del poder novohispano. ¿Era la simple conjunción de fuerzas políticas "progresistas", englobadas en el concepto de liberalismo, una energía polivalente capaz de cimentar un nuevo orden institucional al mismo tiempo que demolía las estructuras del anterior? Aquí conviene detenerse a examinar el papel histórico que pudo haber jugado en semejante labor formativa la masonería, esa extraña empresa de fraternidad universal que asocia los ritos, atuendos y símbolos característicos de una orden de caballería con los impulsos reformistas, presentes desde la Ilustración, para fundar una nueva sociedad, desatada de dogmas y prejuicios religiosos, que llevaría a legislar en pro de una serie de libertades, las de conciencia, culto y opinión desde luego, pero sobre todo las de propiedad y comercio.






¿Qué es la francmasonería o masonería?



Según sus adeptos, un sistema de perfeccionamiento moral mediante la unión fraternal de quienes se someten a un proceso de iniciación en profundos misterios; para sus enemigos, una temible secta de conspiradores que en diversos momentos se han conjurado para la toma del poder, atacando preferentemente los principios de la religión católica. Para la mayoría de los profanos representa, sin embargo, sólo "una ridícula y despreciable reunión de locos mansos que se entretienen y pasan el tiempo en hacer gestos extraños, movimientos irregulares y contorsiones extravagantes de que se burlan los genios festivos y ven con un desprecio desdeñoso los hombres de juicio". Tal opinión lapidaria fue producida en 1830 nada menos que por alguien reputado como prócer de la masonería mexicana, el ya citado doctor Mora, quien no obstante reconocía también que las "asociaciones puramente científicas y de beneficencia, lejos de causar perjuicio, son sumamente útiles a las ciencias, a la ilustración pública y a la humanidad doliente y afligida".





Pero la masonería, esa orden ampliamente difundida en todo el mundo, que existe oficialmente desde hace cerca de tres siglos, no puede ser reducida a una simple caricatura de gestos rituales. Ha estado presente desde las etapas formativas de muchas naciones modernas, entre ellas México, por lo que comprender sus propósitos, estrategias y modos de operación es esencial si se quiere descifrar, por ejemplo, el sentido histórico que pudo haber tenido la condición masónica de Juárez.






Los orígenes de la masonería especulativa se sitúan entre los siglos xvii y xviii en el mundo anglosajón, cuna también del empirismo, el utilitarismo, la economía política y la revolución industrial, que se desarrollaban en la misma época más o menos, por lo que se impone como pertinente preguntar no sólo qué eran aquellas logias "simbólicas", sino para qué pudieron haber servido en esa porción del planeta dominada por fines de utilidad práctica. Se dice que en Escocia ciertos gremios de canteros o freemasons, que tallaban artísticamente las piedras de las iglesias góticas, comenzaron a admitir entre sus miembros a aristócratas y burgueses, quienes se avenían a seguir las rígidas reglas y prestaban el juramento de la agrupación. Refiere el autor masónico Lennhoff que en 1697, en la logia de Aberdeen, de cincuenta y nueve miembros sólo catorce eran operarios y el resto se componía de nobles, eclesiásticos, comerciantes, médicos, profesores, etcétera; otro tanto ocurría en la logia también escocesa de Haughfoot.






Tal composición permite suponer que las primeras logias simbólicas, formalizadas en 1717, propiciaron la fraternidad entre gente de diversos estamentos, clases, oficios y profesiones. Si se tratara de vincular los bienes raíces de la exhausta nobleza terrateniente, el capital financiero y mercantil de la pujante burguesía y el trabajo organizado de los gremios artesanales, éste sería un ámbito privilegiado de negociación. También parece haber servido para superar las diferencias políticas y religiosas que dividían a los británicos desde el siglo xvi. En fecha reciente, el científico y masón Robert Lomas se ha propuesto demostrar que en la fundación de la Royal Society de Londres puede rastrearse el plan masónico de un novelesco personaje, Robert Moray, quien habría convencido al rey inglés Carlos ii sobre la utilidad de unir a importantes científicos, en ese momento enfrentados por motivos políticos y religiosos, para aprovechar sus experimentos e invenciones en la guerra mercantil contra Holanda.






Unir lo diverso y aun lo opuesto para procurar el mutuo beneficio parece haber sido la divisa de la masonería en sus principios, cuando se propagó por gran parte de Europa y las colonias inglesas de América. Si fue un "colegio invisible" encargado de propagar el código moral de la nueva sociedad, autorrepresentada como moderna y progresista, hoy parece incomprensible la invocación de orígenes templarios y aun mucho más remotos. Pero la obtención de grados con títulos ostentosos, así como asumir el legado de un antiguo gremio de constructores, con sus rituales y misterios, debió ser muy atractivo para el orgullo de la burguesía en ascenso. Además, prestar juramento en el nombre del Supremo Arquitecto del Universo comprometía al iniciado a cumplir sus promesas, lo que sentaría las bases de un sistema internacional de crédito.






La peculiar trayectoria de esta orden en México probablemente obedezca a que se difundió como medio de penetración de intereses externos, fuesen borbonistas o napoleónicos, británicos o norteamericanos. La perversión que, en tiempos del presidente Guadalupe Victoria, hizo de las logias escocesas y yorquinas casi agencias consulares que, amparadas en el secreto, se confabulaban para intervenir abiertamente en política nacional, contribuyó al descrédito de la masonería cosmopolita. Por ello, en 1825, nueve "hermanos" desencantados de ambas cofradías fundaron el Rito Nacional Mexicano, que actuó sin reconocimiento internacional durante más de tres décadas y cuyos miembros, liberales "puros" en su mayoría, apoyaron el federalismo y las reformas liberales, tanto en los tiempos de Gómez Farías como en el constituyente de 1857. Sólo durante la Guerra de tres años, algunos colaboradores de Juárez favorecieron la formación de otras logias con patente de alguna gran potencia extranjera, tal vez para contrarrestar las negociaciones de los clericales monarquistas en Europa. La masonería ha demostrado ser, a través del tiempo, un eficaz instrumento de la diplomacia y el comercio exterior.






Por otra parte, la participación de las logias en el desarrollo de los sucesos políticos y militares de la Reforma y la Intervención no parece haber sido tan decisiva como algunos autores, masónicos o antimasónicos, han querido suponer. Quizás haya que rastrear las influencias de la masonería más bien en aspectos sociales y culturales: la formación de la juventud por colegios e institutos de ciencias y artes, muchos de ellos con internado; la transformación de establecimientos de caridad en órganos de beneficencia pública; el cambio de sanatorios a cargo de religiosas por hospitales atendidos bajo principios científicos; la conversión de asilos en escuelas de artes y oficios; la proliferación de mutualidades para suplir a los antiguos gremios y cofradías; el triunfo, en fin, del concepto de filantropía laica sobre el de caridad religiosa.






Es en estas obras, que adquieren su fortaleza institucional desde el régimen juarista, donde se pone a prueba la pureza de Benito Juárez como símbolo del indio —es decir heredero de la legitimidad americana— sublimado a la categoría universal de ciudadano por un ideario de fraternidad que lo impulsa a la cumbre del poder liberal. Una figura mítica, desde luego, pero consistente dentro del marco conceptual de la ideología en la cual se inscribe. A mediados del siglo xx, el gran maestro e historiador del Valle de México, Luis J. Zalce y Rodríguez, sintetizaba esta visión racionalista ilustrada, cuando se refería "al gran masón Benito Juárez, excepcional edificador de una patria, no un teorizante idealista ni un ritualista ortodoxo, [quien] por sus actividades constructivas dio libertad a un pueblo que había vivido encadenado por el fanatismo ancestral, característico de las razas que se mezclaron en su formación, por la ignorancia […], y en esa edificación, casi superhumana, Juárez reveló cuál puede ser la resultante de la práctica de las virtudes fundamentales que son la síntesis de los mandamientos de nuestra Orden: amor fraternal, socorro y verdad".






En qué medida la textura moral de un personaje protagónico de nuestra historia pudo haber sido fraguada en alguna de estas "sociedades de ideas" —según las define Jean-Pierre Bastian—, es un asunto que merecería ser investigado con mayor profundidad. Un indicio significativo de que supo ser fiel a este cuerpo de doctrina filosófica y ética es que, según se advierte en testimonios de quienes lo atendieron en sus últimos momentos, Juárez no requirió la presencia de un confesor que lo habría hecho abjurar de sus principios. Nacer como indio, vivir como liberal y morir como masón serían, en resumen, las tres diversas purezas del hombre convertido en símbolo de una generación que se propuso transitar desde la Razón Universal en la Fe hacia la Fe en la Razón Universal.

Pero aun en medio de la diversion y el entretenimiento Elias siempre tendrá un poko de tiempo para cultivarse. Creo que leía en esa ocasion algo asi de La consagración del ciudadano, que es la historia del sufragio universal en Francia.



Nos toco ver la Guelagetza Oaxaqueña en Metepec, ke afortunados somos, estuvo muy bonito, musica muy alegre y los bailarines hasta nos aventaron fruta y regalos. Fui con Elias y mi papá estuvo bastante bien. Siempre la paso bien con ellos, son buenas bestias.



Pozole is a jummy mexican food check this out:

Pozole


Serves 6

For soup:

6 chicken thighs, skinned, with bones 3 cups water3 cups chicken broth1 29-ounce can white hominy, drainedSalt to taste3 medium poblano chiles, stemmed and seeded1 cup (packed) cilantro, coarsely chopped1 small onion, chopped4 cloves garlic, minced

For serving:

1 1/2 cups shredded iceberg lettuce 2-3 serrano chiles, thinly sliced 6 tablespoons (generous) dried oregano 6 lime wedges

Combine the water and chicken broth in a large pot and bring to boil. Add the chicken thighs and reduce heat to simmer.

Simmer gently until the thighs are cooked through, about 25 minutes. Remove the chicken thighs (keep broth at same temperature) and shred the meat off the bones into 1-inch pieces. Discard bones. Add the hominy to the broth and simmer until it pops, about ten minutes.

Taste the broth and season with salt. Meanwhile, cut the poblano chiles into chunks and place in a food processor. Add the cilantro, onion and garlic and chop to coarse puree. Return the chicken to the pot and stir in the chile puree. Simmer the soup for about 30 minutes.

To serve, ladle the soup into bowls. Stir about 1/4 cup shredded lettuce, some sliced serrano chiles and a generous tablespoon of dried oregano into each bowl. Top with a squeeze of lime.

Tu sed transubstancia mi sudor en vino que bebemos en cada beso
Tus pies no se hunden en los lagos de mis lágrimas.
Tu saliva siembra la luz en la noche de mis ojos.
Tu voz resucita mis músculos dormidos mis latidos sepultados.
Tus manos, cuando me tocan, curan mis heridas más invisibles.
Tu hambre fecunda peces que se multiplican como deseos de humedad
en el múltiple pan de mi cuerpo.
cada vez que me amas, es un milagro.

sus instrumentos musicales entre los cuales hay hasta un panderito.

El presidente municipal de Metepec, Oscar Gonzales entregó un reconocimiento a Luis Eduardo por haber participado en Quimera 2007 y algo asi como por ser una visita grata, y es que la verdad en Metepec nos encanta la trova y que mejor exponente para este genero que alguien ke ha cantado a duo con Silvio Rodriguez!




Ayer fui a la clausura de Quimera 2007 en Metepec, estuvo ni mas ni menos que el señor Luis Eduardo Aute cantando para nosotros sus grandes exitos como La Belleza, al alba, las 4 y 10, alevosìa, cada vez que me amas, asi como canciones de su nuevo disco, (para los que todavía no han worked out quien es este fulano aaa pues es el ke canta "Sin tu Latido"). Fue una noche sensacional y obvio la escalinata del Calvario estaba a reventar, pues bien, este señor canta padrisimo y se habento la de Al Alba a capela, donde lució su gran voz y demostró que sigue cantando y muy bien, y para cerrar con broche de oro, mi papá y yo nos fuimos a comprar comida a los puestitos así que los atoles, elotes y buñuelos nos hicieron el favor de llenar nuestros estomagos hambrientos. Y mejor aun ya casi para irnos nos encontramos entre la multitud caminante a "los chikis" que son unos amigos del tec de toluca de electromecanica y que siempre me los encuentro en los mejores eventos jaja, bien chidos, son bien relax y siempre puedo platicar muy agusto con ellos. Un saludo a todos los electromecanicos del tec de toluca , que estan enfermos mentales!



RECOMENDACION DE LA CRUZ ROJA



Esta es una recomendación de la Cruz Roja: Las ambulancias y emergencias médicas se han dado cuenta de que a menudo, en los accidentes de carretera los heridos llevan consigo un teléfono celular. Sin embargo, a la hora de intervenirles, no se sabe a quien contactar debido a la larga lista de números. Nos lanzan, por tanto, la idea de que todo el mundo añada a su agenda del teléfono celular el número de la persona a contactar en caso de urgencia, bajo el Nombre: 'A emergencia' . (La A seguida del espacio, es para que aparezca siempre como primer contacto en la lista). Es sencillo, no cuesta nada y podría ayudarnos mucho.

Friday, October 26, 2007

Analizé mi firma

Grafológicamente, la firma es una biografía abreviada de su autor.Debe observarse conjuntamente con un texto que la acompañe, pero de cualquier forma, de acuerdo a ciertas características específicas de su signatura, se puede distinguir lo siguiente:
La ubicación en el papel indica que se manifiesta como una persona extrovertida y espontánea.Según el tamaño de la firma, grande, tiende a la extraversión.El predominio de formas curvas, revela gustos estéticos, amabilidad y buenos modos.El ángulo ascendente indica una buena ambición y deseo de superación.La velocidad media señala una persona medida y justa en su accionar.Según la presión de la escritura, posee un temperamento sutil y adaptable.La rúbrica envolvente revela una búsqueda de protección, de seguridad. Una personalidad que se protege.Al tener solo algunas letras legibles, indica que toma ciertas reservas antes de conceder su confianza a los demás.La utilización de las mayúsculas en la firma permite deducir que tiene una buena autovaloración y autoimagen.El predominio del nombre, demuestra un 'Yo' íntimo muy fuerte, y una gran autoaceptación.
Las características precedentes de este informe son generales, y están enteramente basadas en lo que representa su estampa personal en el momento instantáneo en que la escribió, y muchos factores están sujetos al cambio permanente según el devenir de la vida.
Estudio grafológico gratuito de la firmawww.grafologico.com











GRANDES FRASES DE FUTBOLISTAS

-No me importaría perder todos los partidos, siempre y cuando ganemoslaLiga. (Mark Viduka)

- Si no crees que vas a ganar, no tiene sentido salir de la cama al final de cada día. (Neville Southall)

- Perdimos porque no ganamos. (Ronaldo)

- Tuve 14 amonestaciones esta temporada. 8 de ellas fueron mi culpa, pero 7 pueden ser discutidas. (Paul Gascoigne)

- Nunca he querido irme. Estoy aquí para el resto de mi vida. Y espero que después también. (Alan Shearer)

- Gasté mucho dinero en coches, alcohol y mujeres. El resto lo he despilfarrado. (George Best)

- Me gustaría jugar en un equipo italiano. Como el Barcelona. (MarkDraper)

- He remitido al club una solicitud para ser traspasado. Pero déjenme decir que no quiero dejar el Leicester. (Stan Collymore)

- Estaba viendo en directo el partido el del Balckburn por la televisión. Cuando vi que George (Nadh) había marcado en el primer minuto mi primera reacción fue coger el teléfono para llamarle.Luego me di cuenta que no podía contestar por que estaba jugando.(AdeAkinbiyi)

- Sin haber sido tan duro con David Beckham, hubiéramos perdido el partido. (Ian Wright)

- Estoy tan feliz como uno puede estar. Pero he estado más feliz. (UgoEhiogu)

- Leeds es una gran club y ha sido mi casa durante mucho tiempo. A pesar de que vivía en Middlesbrough. (Jonhathan Woodgate)

- Puedo ver el carro al final del túnel. (Stuart Pierce)

- Recibí un golpe en mi tobillo izquierdo. Pero algo me dijo que era mi derecho. (Lee Hendrie)

- No pude acostumbrarme a vivir en Italia. Era como estar en un país extranjero. (Ian Rush)

- Alemania es un equipo muy difícil. Juegan con 11 internacionales cada vez. (Steve Lomas)

- Siempre me pongo primero mi bota derecha. Y luego obviamente mi calcetín izquierdo. (Barry Venison)

- Definitivamente quiero que Brooklyn, mi hijo, sea cristianizado.Pero no se todavía a que religión. (David Beckham)

- A veces, en fútbol, tienes que marcar goles. (Thierry Henry)

- Mis padres han estado conmigo apoyándome. Incluso desde que tenia 7 años. (David Beckham)
- Los brasileños son de Sudamérica. Los ucranianos serán mas europeos.(Phil Neville)

- La ceremonia de apertura fue muy buena. A pesar de que me la perdí.(Graeme Le Saux)

- Alex Ferguson es el mejor entrenador que he tenido nunca a este nivel.Bueno el es el único entrenador que he tenido a este nivel. Pero es el mejor entrenador que nunca he tenido. (David Beckham)

- Estaba muy sorprendido. A pesar de que siempre digo que nada me sorprende ya en el fútbol. (Les Ferdinand)

- Era como si el arbitro tuviera una nueva tarjeta amarilla y quería ver si funcionaba. (Richard Rufus)

- No hay nada entre medio. O eres bueno, o eres malo. Nosotros estuvimos entre medio. (Gary Lineker)

- La prensa es muy mentirosa. Dicen que me he acostado con 200mujeres, pero solo fueron 100. (George Best)

- Ganar no es lo importante, siempre y cuando ganes. (Vinnie Jones)

-Estoy muy emocionado porque no todos los días se viaja a Europa.(FrankLobos, cuando lo entrevistaron por una gira de la Sub-20 aEstadosUnidos)

- Contento por mi debut, lo hice bien y por suerte pude lesionar aFrancescoli (Luis Chavarria)







Monday, October 22, 2007

Sunday January 23, 2005
The Observer

Deborah Wearing tenderly embraces her husband while he whispers sweet nothings. 'You're beautiful,' he tells his wife. 'Absolutely gorgeous. I adore every thing about you. I could kiss you all day.' Despite the chill January afternoon, the muddy garden, he twirls her around as though they're at a tea dance. They make an elegant pair, one of those couples that naturally seem to fit together. He serenades her in a velvety singing voice and she laughs, delighted.


They look and sound like they've just this moment fallen in love. Which, although they originally married 20 years ago, in a way they have.
In 1985 Clive was struck down with one of the most extreme cases of amnesia ever recorded. A virus destroyed a part of his brain essential for memory. It's not only most of the past from before the illness that he can't recall. It's practically everything since then. Every conscious moment is like waking up for the first time. New information, as Deborah describes it, 'melts like snow, leaving not a trace'. The one part of his previous life that he does remember - when he was a sought-after conductor and classical music producer for Radio 3 - is Deborah. Every time he sees her again, even if she's only been out of the room to make a cup of tea, he'll greet her with a rapturous hug.

Where once they used to share a smart, book-lined flat in Maida Vale, west London, now Clive lives in a care home and Deborah visits him from her new base in Reading, two hours' drive away. There's a laminated sign on his door: Clive's room. Inside, the drawers are labelled and a notice in big letters above the sink - 'Darling!' - reminds him to clean his teeth. On his piano, sideboard, bedside cabinet - so that they are the first things he sees every morning when he opens his eyes and tries to recall who and where he is - are pictures of Deborah.

It's virtually impossible for them to leave the home without a care assistant. Two years ago they stayed, unescorted, in a hotel for Christmas and, because the electronic door alarm wouldn't work, Deborah resorted to piling tables and chairs up in front of the door to prevent him wandering away in the middle of the night. They live in a closed, insular world of two. Clive has no friends for the simple reason that he would forget who they are. 'We don't mix,' explains Deborah. 'Clive lives in his unit and goes out accompanied by members of staff. Occasionally when he's out with me he will say strange things to people in cafes like, "Are you the Prime Minister?", "Are you the Queen of England?" It's because they are the first person he has seen since waking from 'unconsciousness' that minute, so they must, he presumes, be important.'
Now Deborah, a communications officer for the NHS, has written a book about Clive's illness: Forever Today. More than an informative guide for the thousands of carers for brain-injury survivors, it's an eloquent biography of a man who was once a world expert on early music and an inspiring, if formidable, conductor. Most of all, it's a portrait of a remarkable and enduring relationship.

She wrote it, she says, 'in bed, instead of sleeping'. And, although this is left unspoken, one presumes to fill the gap her husband used to fill. 'I was trying to figure out what happened to us. Who are we? What does this mean to us? Where do we go from here? The anguish had to come out somewhere. I also felt that what had happened to Clive wasn't being properly communicated. Not in medical records or neuro-psychological tests. They could say how amnesiac he was, but I was always left saying, "Yes, but what else?"'
We are all the sum of our memories, both recent and long ago. They are what make us who we used to be, who we are, who we become. The ancient Greeks understood. They had two rivers in Hades: Mnemosyne and Lethe, memory and oblivion. Our collective memories remind us that we're bound together. I meet Clive on the day European countries hold three minutes of silence for the victims of the Indian Ocean tsunami. This, one imagines, would be an irrelevance to Clive.
In a way all writers are obsessed with recollection, whether it's mining one's childhood for a first novel or excavating a famous person's life for a biography. But recently authors like John Bayley and Linda Grant have written specifically about memory and loss. Bayley wrote movingly about his wife Iris Murdoch's descent into Alzheimer's. In Remind Me Who I Am, Again Linda Grant analysed the meaning of family identity after her mother, Rose, was diagnosed with dementia. Lyrical and thought-provoking though these books may be, they don't begin to address the Wearings' plight. There was no long decline, no warnings, before Clive fell ill. He was 46 years old. His wife - and this story is as much about her loss as his - was 27. They had been married barely six months.
It began with a headache and ended with Clive losing his mind. Fifty people a year are struck down with encephalitis or inflammation of the brain. Several viruses can cause it. Doctors at St Mary's Hospital Paddington - to where Deborah rushed Clive when he collapsed on 29 March 1985 and where he would remain for the next seven years - diagnosed that the herpes simplex 1 virus, which usually causes cold sores, was to blame. Very rarely, the virus wakes up from dormancy near the spinal column and, instead of causing a cold sore, heads towards the brain. The brain inflames, swells up, is crushed against the skull. The main target area is the hippocampus, which is what we use for recall, for laying down new thoughts. At the time, all Deborah knew was that her husband was probably going to die - he was suffering fits, falling in and out of consciousness, and doctors gave him only a 20 per cent chance of survival. However, after being pumped with antiviral drugs for a week, he began to improve, at least physically. No one knew how much of his brain had been affected. It would be months before Deborah would comprehend the medical consequences of the virus - in which she was later to become an expert as a campaigner for people with brain injuries - and also the emotional fallout.
How would she describe that first year? 'Stunned,' she says now. 'In shock. Uncomprehending. It was like being underwater: you are not in control of your movements, you can't hear anything, you can't understand the world. It was as though we were trapped below the surface and we didn't know how to get out.'
To begin with, following his physical recovery, he was manically euphoric. This could lighten the atmosphere: he'd jump out of wardrobes, waltz down the ward, play the hospital jester. On the whole this jocularity protected people from registering what had happened to his mind. Sometimes it was frightening. He'd be hard to control. He leapt out of the car on the dual carriageway. He was put on all kinds of tranquillisers - 'liquid kosh', in Deborah's words.
Then his mood changed. 'One day when I arrived from work, Clive's sobs were audible as soon as I was through the ward door,' she recalls. 'He was sitting on the edge of the bed, head bowed as though he were ashamed. He did not stop sobbing. I began to sob with him ... He was inside himself, horrified, defeated by what he saw. All I could do was tell him that I loved him.' He wept continually for over a month.
He became obsessed with finding out what had happened to him and yet what he didn't, couldn't, understand was that this knowledge was beyond his reach. His diaries show his desperation and also the articulate man he had so recently been. '7.46am: I wake for the first time. 7.47am: This illness has been like death till NOW. All senses work. 8.07am: I AM awake. 8.31am: Now I am really, completely awake. 9.06am: Now I am perfectly, overwhelmingly awake. 9.34am: Now I am superlatively, actually awake.'
Some fundamental facts he can remember. He knows that he is married but has no recollection of the wedding. He knows that he has children (from his first marriage) but cannot recall their names. When he was in hospital he knew his home phone number but had no memory of making calls. Deborah would return home from working as a press officer at John Lewis and an evening with him in hospital to a barrage of phone messages. 'Hello, love, 'tis me, Clive. It's five minutes past four, and I don't know what's going on here. I'm awake for the first time and I haven't spoken to anyone ...' 'Darling? Hello, it's me, Clive. It's a quarter past four and I'm awake now for the first time. It all just happened a minute ago, and I want to see you.' 'Darling? It's me, Clive, and it's 18 minutes past four and I'm awake. My eyes have just come on about a minute ago. I haven't spoken to anyone yet, I just want to speak to you.'
Deborah and Clive had got married a year before. They had met six years earlier when Clive had volunteered to conduct the John Lewis choir. He was almost 20 years older: a charismatic, volatile musician who did everything with passion, whether conducting or studying or smoking his endless cigarettes. He was everything a romantic, idealistic 21-year-old woman who loved the theatre could wish for. 'It's not in the least surprising that I'd fall in love with an artist,' she says with the luxury of hindsight. His first words to her - which now seem laden with poignancy - were: 'The most important things cannot be spoken. That's why there's music.'
Following the illness it's striking how they react in similar ways. Both are quick to laugh and cry, both find solace in music (the one thing Clive can still do is conduct and play the piano. The music miraculously seems to carry him along from one second to the next). Both are lost and bewildered: Clive in his head, Deborah trying to find help and support. Both are together but also alone.
'I had my own dislocation, too,' she agrees. 'Nowhere was home anymore. Nowhere. It was too full of Clive and therefore too sad. The walls were yammering with his unfinished work: projects, music, schemes.' She loves words, and speaks and writes carefully. But for a moment her vocabulary fails her. 'Uneverythinged.'
Before Clive became ill, she had given up all her free time to support his music. 'I helped him with his choir. With his professional ensemble, I helped him with his productions at the South Bank. It was my life, too. We were just beginning to make progress when he was suddenly taken away. All that knowledge destroyed by his brain. Twenty-five years of research - gone! Yet at the time it wasn't important. All I wanted was Clive.'
It's difficult to comprehend quite how much of their lives have been swallowed up by the virus. Deborah mentions small details - payphones, new Sunday-trading laws, Dynasty on the television - that place the beginning of the story in the Eighties, a full 20 years ago. Time passes - for Deborah, if not for Clive. In the book she's 30, 35, 40. She wonders if she'll ever be able to have children.
Encouraged by Deborah and the Amnesia Association, the charity (since merged with Headway) that she helped to set up, the NHS now has specific recommendations for people suffering from brain injuries. Back then, services were dire. 'I wasn't a natural charity person,' says Deborah. 'I had to learn how not to be shy. I was there because it had to be done.' For six-and-a-half years Clive was cared for on a psychiatric ward because the authorities didn't know what to do with him. 'I thought, I'll bring everything I have to raising awareness and give it everything I can. But I couldn't sustain it.'
So, nine years after he fell ill, Deborah decided that she needed to start a new life in America, a country to which she had travelled as part of her charity work. 'I haven't put too much of it in the book because it was too hard to read. But for years all he said was, "How long have I been ill? What do you think it's like? One long night. How long has it been? Four years? Five years? Seven years?"'
'I used to imagine that there was a special bit of my brain which was turning to liquid. I couldn't hear the questions any more. I'd have to rake through my mind: what was it he just said? I would give the wrong answers and he didn't miss a beat. He was in his groove. Literally in his groove.'
Deborah sold up, packed her bags and moved into an apartment in downtown New York. Clive had been moved to a care home and was finally receiving the right long-term treatment - so much so he was almost free of the drugs he'd been on for a decade. Now it was Deborah's turn to forget. Or at least try to. She spent her days as she had done when she was growing up - standing in front of paintings, sitting in dark theatre auditoriums. She took writing workshops and hung out with performers. In 1994 she filed for divorce (while still remaining joint next-of-kin with Clive's son, Anthony). Was your marriage over? 'Well, no. I got divorced for technical reasons. I didn't intend to live in England again. There was too much pain there. But nothing had changed between us.'


She tried new relationships, in particular with an actor she calls Jon, who also happened to be a troubled Vietnam veteran. 'I didn't want to marry someone else because I could never have said, "Forsaking all others". But I wanted to be with someone else and have kids and a regular life. Yet how can you love somebody when you already love somebody? I loved Clive. OK, I couldn't actually live with him which is why - even though I didn't know it then - I was selecting impossible people, some of them with dodgy minds.' In the end she decided to return home. To Clive, the man who had never really stopped being her husband.
Neurologist Oliver Sacks asks in his book The Man Who Mistook His Wife for a Hat, 'What sort of life (if any), what sort of world, what sort of self, can be preserved in a man who has lost the greater part of his memory and, with this, his past, and his moorings in time?' Of a patient with similar symptoms to Clive, he writes: 'One tended to think of him, instinctively, as a spiritual casualty - a lost soul. Was it possible that he had really been "de-souled" by the disease?' This is the theme that Deborah returns to again and again in her haunting book.
On her return to Britain, she comes to the conclusion that 'there is still a Cliveness about Clive'. She still sees in him a kindness, a generosity, a way of looking at the world that is uniquely him.
'I realised that we are not just brain and processes. Clive had lost all that and yet he was still Clive. Even when we didn't see one another, when we were six months apart and only spoke on the telephone, nothing had changed. Even when he was at his worst, most acute state, he still had that huge overwhelming love ... for me. That was what survived when everything else was taken away.'
For years she'd tried to make sense of what had happened to her, whether it was searching for the meaning of life in art galleries or New Age workshops. On 10 March 1999, she found solace. She telephoned a Christian friend and asked her to pray for her. 'I didn't even think I liked Christians. I rang this person despite the fact she had a faith. Yet there I was, alone in my flat and wondering why am I here? What am I doing? I love this man but I can't live with him and I can't live with anybody else. During the call I felt like this force was with me. I was drained and it was like life pouring into me.' She says it's this new-found faith that has helped her to come to terms with the fact that she'll never have children. On Easter Sunday three years later, Deborah dressed up in her best frock, collected Clive from the home and they renewed their wedding vows. Later that afternoon Clive celebrated by tucking into Victoria sponge.



Now it's enough to look forward to weekends with Clive and know that finally he accepts who he is. He is still handsome and charming, garrulous and good fun. But he's calmer now, easier. 'He totally defers to me,' she says. Although this doesn't stop him 'confabulating' from time to time, which is the neurological term for making things up. Recently he was asked to give his full name. 'Clive David Deborah Wearing' he replied firmly. In one way he'd remembered wrongly. In another, he hadn't at all.

Saturday, October 20, 2007

Las cartas de Escrutopo aparecieron durante la segunda guerra alemana, en el desaparecido Manchester Guardian. Espero que no precipitasen su defunción, pero lo cierto es que le hicieron perder un lector: un clérigo rural escribió al director, dándose de baja como suscritor, con el pretexto de que "muchos de los consejos que se daban en estas cartas le parecían no sólo erróneos, sino decididamente diabólicos".

Por lo general, sin embargo, tuvieron una acogida como nunca hubiera soñado. Las críticas fueron elogiosas o estaban llenas de esa clase de irritación que le dice al autor que ha dado en el blanco que se proponía; las ventas fueron inicialmente prodigiosas (para lo que acostumbran venderse mis libros), y se han mantenido estables.

Desde luego, las ventas de un libro no significan lo que los autores esperan. Si se midiese lo que se lee la Biblia en Inglaterra en función del número de Biblias vendidas, se cometería un grave error. Pues bien, en una escala más modesta, las ventas de Las cartas de Escrutopo encierran una ambigüedad semejante: es él tipo de libro que se suele regalar a un ahijado, que se lee en voz alta en las residencias de ancianos. Es, incluso, el género de libro que, como he podido observar con una sonrisa escarmentada, tiende a ser depositado en los cuartos de invitados, para llevar en ellos una vida de ininterrumpida tranquilidad, en compañía de The Road Mender, John Inglesant y La vida de las abejas. A veces se compra por motivos más humillantes todavía. Una señora que yo conocía descubrió que la joven y encantadora enfermera en prácticas que, llenaba su bolsa de agua caliente en el hospital, había leído Cartas. También averiguó por qué las había leído.

—Verá —le dijo la joven—; se nos advirtió que en las entrevistas de examen, después de las preguntas de verdad, las técnicas, las matronas o los médicos preguntan, a veces, qué tipo de cosas le interesan a una. Lo mejor es decir que se ha leído algo. Así que nos dieron una lista de unos diez libros que suelen hacer bastante buena impresión, y nos dijeron que debíamos leer por lo menos uno de ellos.

—¿Y usted eligió Cartas?

—Bueno, claro: era el más corto.

Con todo, una vez hechas todas las salvedades, el libro ha tenido un número suficiente de lectores de verdad como para que valga la pena dar respuesta a algunos de los interrogantes que ha suscitado entre ellos.

La pregunta más corriente es si realmente "creo en el Diablo".

Ahora bien; si por "el Diablo" se entiende un poder opuesto a Dios y, como Dios, existente por toda la eternidad, la respuesta es, desde luego, no. No hay más ser no creado que Dios. Dios no tiene contrario. Ningún ser podría alcanzar una "perfecta maldad" opuesta a la perfecta bondad de Dios, ya que, una vez descartado todo lo bueno (inteligencia, voluntad, memoria, energía, y la existencia misma), no quedaría nada de él.

La pregunta adecuada sería si creo en los diablos. Sí, creo. Es decir, creo en los ángeles, y creo que algunos de ellos, abusando de su libre albedrío, se han enemistado con Dios y, en consecuencia, con nosotros. A estos ángeles podemos llamarles "diablos". No son de naturaleza diferente que los ángeles buenos, pero su naturaleza es depravada. Diablo es lo contrario que ángel tan sólo como un Hombre Malo es lo contrario que un Hombre Bueno. Satán, el cabecilla o dictador de los diablos, es lo contrario no de Dios, sino del arcángel Miguel.

Creo esto no porque forme parte de mi credo religioso, sino porque es una de mis opiniones. Mi religión no se desmoronaría si se demostrase que esta opinión es infundada. Hasta que eso ocurra —y es difícil conseguir pruebas negativas—, la mantendré. Me parece que explica muchas cosas. Concuerda con el sentido llano de las Escrituras, con la tradición de la Cristiandad y con las creencias de la mayor parte de los hombres de casi todas las épocas. Y no es incompatible con nada que las ciencias hayan demostrado.

Debiera ser innecesario (pero no lo es) añadir que creer en los ángeles, buenos o malos, no significa creer en unos ni en otros tal y como se les representa en las artes y en la literatura. Se pinta a los diablos con alas de murciélago y a los ángeles con alas de pájaro, no porque nadie sostenga que la degradación moral tienda a convertir las plumas en membrana, sino porque a la mayoría de los hombres le gustan más los pájaros que los murciélagos. Se les pintan alas, para empezar, con la intención de dar una idea de la celeridad de la energía intelectual libre de todo impedimento. Se les confiere forma humana porque la única criatura racional que conocemos es el hombre. Al ser criaturas superiores a nosotros en el orden natural, incorpóreas o que animan cuerpos de un tipo que ni siquiera podemos imaginar, hay que representarlas simbólicamente, si se quiere representarlas de algún modo.

Además, estas formas no sólo son simbólicas, sino que la gente sensata siempre ha sabido que eran simbólicas. Los griegos no creían que los dioses tuviesen realmente las hermosas formas humanas que les daban sus escultores. En su poesía, un dios que quiere "aparecerse" a un mortal asume temporalmente la apariencia de un hombre. La teología cristiana ha explicado casi siempre la "aparición" de un ángel del mismo modo. "Sólo los ignorantes se imaginan que los espíritus son realmente hombres alados", dijo Dionisio en el siglo V.

En las artes plásticas, estos símbolos han degenerado continuamente. Los ángeles de Fra Angélico llevan en su rostro y en su actitud la paz y la autoridad del Cielo; luego vinieron los regordetes desnudos infantiles de Rafael; por último, los ángeles suaves, esbeltos, aniñados y consoladores del arte decimonónico, de formas tan femeninas que sólo su total insipidez evita que resulten voluptuosas: parecen las frígidas huríes de un paraíso de saloncito. Son un símbolo pernicioso. En las Escrituras, la visitación de un ángel es siempre alarmante; tiene que empezar por decir: "No temas". El ángel Victoriano, en cambio, parece a punto de susurrar: "Ea, ea, no es nada".

Los símbolos literarios encierran un mayor peligro, ya que no son tan fácilmente reconocibles como simbólicos. Los mejores son los del Dante: ante sus ángeles nos sumimos en un auténtico temor reverencial, y sus diablos se aproximan mucho más —por su rabia, despecho e indecencia— a lo que debe ser la realidad que cualquier cosa de Milton, como señaló acertadamente Ruskin. Los diablos de Milton, por su grandiosidad y su elevada poesía, han hecho mucho daño, y sus ángeles deben demasiado a Hornero y a Rafael. Pero la imagen verdaderamente nociva es el Mefistófeles de Goethe. Es Fausto, y no Mefistófeles, quien de verdad exhibe la implacable, insomne y crispada concentración en sí mismo que es la marca del infierno. El divertido, civilizado, sensato y flexible Mefistófeles ha contribuido a fortalecer la ilusoria creencia de que el mal es liberador.

Un hombre pequeño puede evitar, en ocasiones, un error cometido por un gran hombre, y yo estaba decidido a conseguir que mi simbolismo no incurriese, al menos, en el mismo error que el de Goethe. Porque el humor implica un cierto sentido de las proporciones, y la capacidad de verse a uno mismo desde fuera, y yo creo que, atribuyamos lo que atribuyamos a los seres que pecaron de orgullo, no debemos atribuirles precisamente eso. "Satán cayó por la fuerza de gravedad", dijo Chesterton.[3] Se debe representar el Infierno como un estado en el que todo el mundo está perpetuamente pendiente de su propia dignidad y de su propio enaltecimiento, en el que todos se sienten agraviados, y en el que todos viven las pasiones mortalmente serias que son la envidia, la presunción y el resentimiento. Eso, para empezar; en cuanto a lo demás, mi elección de símbolos depende, supongo, de mi temperamento y de la época.

Me gustan mucho más los murciélagos que; los burócratas. Vivo en la Era del Dirigismo, en un mundo dominado por la Administración. El mayor mal no se hace ahora en aquellas sórdidas "guaridas de criminales" que a Dickens le gustaba pintar. Ni siquiera se hace, de hecho, en los campos de concentración o de trabajos forzados. En los campos vemos su resultado final, pero es concebido y ordenado (instigado, secundado, ejecutado y controlado) en oficinas limpias, alfombradas, con calefacción y bien iluminadas, por hombres tranquilos de cuello de camisa blanco, con las uñas cortadas y las mejillas bien afeitadas, que ni siquiera necesitan alzar la voz. En consecuencia, y bastante lógicamente, mi símbolo del Infierno es algo así como la burocracia de un estado—policía, o las oficinas de una empresa dedicada a negocios verdaderamente sucios.

Milton nos ha dicho que "diablo con diablo condenado mantiene firme concordia". Pero, me pregunto yo, ¿Cómo? Desde luego, no por amistad: un ser que aún puede sentir afecto no es todavía un diablo. También en este sentido mi símbolo me parece útil, porque permitía, por medio de paralelismos terrenales, describir una sociedad oficial sostenida enteramente por el miedo y la avaricia. En la superficie, los modales de sus habitantes son normalmente amables; la grosería para con los superiores de uno sería, evidentemente, suicida, y la grosería para con los iguales podría ponerles en guardia antes de que uno estuviese preparado para adelantárseles. Y es que, por supuesto, el principio rector de toda la organización es que "el perro se come al perro". Todos desean el descrédito, la degradación y la ruina de los demás: todos son expertos en el arte del informe confidencial, la alianza fingida, la puñalada a traición. Por encima de todo eso, sus buenos modales, sus expresiones de grave respeto, sus "homenajes" a los invaluables servicios prestados por los demás, constituyen una tenue corteza, que de vez en cuando se agrieta, y hace erupción la lava ardiente de su odio mutuo.

Este símbolo me permitía también deshacerme de la absurda idea de que los diablos están consagrados a la búsqueda desinteresada de algo llamado el Mal (la mayúscula es esencial). Mis diablos no tienen nada que ver con semejante fantasía. Los ángeles malos, como los hombres malos, son enteramente prácticos. Tienen dos motivaciones. La primera es el temor al castigo: al igual que los países totalitarios tienen sus campos de tortura, mi Infierno contiene Infiernos más profundos, que son sus "correccionales". Su segunda motivación es una especie de hambre. Me imagino que los diablos pueden, en un sentido espiritual, devorarse mutuamente; y devorarnos a nosotros, claro. Incluso en la vida humana hemos visto la pasión de dominar, casi de digerir al prójimo; de hacer de toda su vida intelectual y emotiva una mera prolongación de la propia: odiar los odios propios, sentir rencor por los propios agravios y satisfacer el propio egoísmo, además de a través de uno mismo, por medio del prójimo. Por supuesto que sus pequeñas pasiones deben ser suprimidas para hacer sitio a las propias, y si el prójimo se resiste a esta supresión, está comportándose de forma muy egoísta.

En la Tierra, a este deseo se le llama con frecuencia "amor". En el Infierno, me imagino, lo reconocen como hambre. Pero allí el hambre es más voraz, y se puede satisfacer más completamente. Allí, sugiero, el espíritu más fuerte —tal vez no haya cuerpos que lo impidan— puede absorber real e irrevocablemente al más débil en su interior, e imponer perpetuamente su propio ser a la individualidad atropellada del más débil. Por eso, me imagino, los diablos desean las almas humanas y las de los otros diablos; por eso Satán desea a todos sus seguidores, a todos los hijos de Eva y a todas las huestes del Cielo: sueña con la llegada de un día en que todos estén dentro de él, cuando todo aquel que diga "yo" sólo pueda decirlo a través de Satán; Supongo que esto es la parodia de la araña hinchada, la única imitación al alcance de Satán de esa insondable magnanimidad por medio de la cual Dios convierte a sus instrumentos en servidores y a sus servidores en hijos, para que puedan al fin reunirse con Él, en la perfecta libertad de un amor ofrecido desde la altura de las individualidades absolutas que han podido alcanzar gracias a la liberación divina.

Pero, como en el cuento de Grimm[4], des träumte mir nur, todo esto no es más que mito y leyenda. Por eso, la pregunta acerca de mi opinión sobre los diablos, aunque, una vez formulada, merezca una respuesta, tiene en realidad una importancia mínima para el lector de Cartas. Para aquellos que compartan mi opinión, mis diablos serán símbolos de una realidad concreta; para otros, serán la personificación de ideas abstractas, y el libro será una alegoría. Pero importa poco de qué modo se lea, ya que su intención no era, por supuesto, la de especular acerca de la ,vida diabólica, sino la de iluminar, desde un ángulo nuevo, la vida de los hombres.

Me dicen que no fui el primero, que alguien escribió cartas de un diablo ya en el siglo XVII. No conozco ese libro, y tengo entendido que su punto de vista era principalmente político. Pero reconozco gustosamente mi deuda para con The Confessions of a Well—Meaning Woman, de Stephen McKenna. La relación puede no ser evidente, pero se hallará en él la misma inversión moral —todo lo negro, blanco, y todo lo blanco, negro—, y el humor que nace de hablar a través de un personaje totalmente desprovisto de sentido del humor. La idea del canibalismo espiritual debe algo, probablemente, a las horripilantes escenas de "absorción" del olvidado Voyage to Arcturus, de David Lindsay.[5]

Los nombres de mis diablos han despertado mucha curiosidad, y se han aventurado numerosas explicaciones, todas ellas equivocadas. La verdad es que me propuse, simplemente, hacerlos repugnantes —y quizá también en esto le deba algo a Lindsay— por el sonido. Una vez inventado un nombre, podría especular, como cualquier otra persona (y no con más autoridad que cualquiera), acerca de las asociaciones fonéticas que me produjeron el efecto desagradable. Me imagino que escroto, Gestapo, topo y tópico tuvieron algo que ver con el nombre de mi protagonista y que baba, bobo, lapo y lapa han ido a parar a Babalapo.[6]

Algunos me han hecho el inmerecido elogio de suponer que mis Cartas eran el fruto maduro de largos años de estudios de teología moral y de ascética. Olvidan, sin duda, que existe un medio igualmente fidedigno, aunque menos encomiable, de aprender corno funciona la tentación. "Mi corazón —no necesito el de otro—me mostró la maldad de los impíos."

Se me pidió o aconsejó con frecuencia que ampliase las Cartas originales, pero durante muchos años no me apeteció lo más mínimo. Aunque nunca había escrito con tanta facilidad, nunca escribí con menos gozo. La facilidad provenía, sin duda, de que el artificio de las cartas diabólicas, una vez que se ha tenido la idea, se explota a sí mismo espontáneamente, como los hombres grandes y pequeños de Swift, o la filosofía médica y ética de Erewhon, o la Piedra Gañida de Anstey.[7] Es una idea que le arrastraría a uno durante mil páginas, si se le diese rienda suelta. Pero, aunque era fácil adoptar la actitud mental de un diablo, no resultaba divertido, o no por mucho tiempo. El esfuerzo me producía una especie de calambre espiritual: mientras hablaba por Escrutopo, tenía que proyectarme a un trabajo que no era sino polvo, arena, sed y picor; cualquier atisbo de belleza, frescor y cordialidad tenía que ser excluido. Casi me ahogo antes de acabar el libro; hubiera ahogado a mis lectores si lo hubiese prolongado.

Además, le tenía cierta inquina a mi libro, por no ser un libro diferente, un libro que nadie hubiese podido escribir. Idealmente, los consejos de Escrutopo a Orugario debieran haber sido contrapuestos a los consejos arcangélicos al ángel de la guarda del paciente. Sin esto, la visión de la vida humana que da el libro resulta parcial y desequilibrada. Pero, ¿cómo remediar tal deficiencia? Porque, incluso si un hombre —y habría de ser un hombre mucho mejor que yo—pudiese escalar las alturas espirituales necesarias para ello, ¿qué "estilo justificable" podría utilizar? Porque el estilo sería, realmente, parte del contenido. Los consejos, sin más, no servirían de nada; cada frase habría de tener el aroma del Cielo. Y hoy día, incluso si uno fuese capaz de escribir una prosa como la de Traherne,[8] no se le permitiría, porque el criterio de "funcionalidad" ha inutilizado a la literatura para la mitad de sus funciones. (En el fondo, cada ideal estilístico dicta no sólo cómo se debieran decir las cosas, sino qué género de cosas se pueden decir.)

Luego, al pasar los años y convertirse la sofocante experiencia de escribir las Cartas en un débil recuerdo, se me empezaron a ocurrir ciertas reflexiones sobre esto y aquello, que parecían requerir, de algún modo, un tratamiento "escrutopiano". Pero estaba firmemente decidido a no volver a escribir una "carta". La idea de algo así como una conferencia o un "discurso" planeó vagamente por mi cabeza; idea ora olvidada, ora recordada, pero nunca escrita. Entonces me llegó una invitación del Saturday Evening Post, y eso apretó el gatillo...

A J. R. R. Tolkien.

Thursday, October 18, 2007

SchneckentraumCuando vi este cortometraje, me llamo mucho la atencion el lenguaje, y la historia, pero sobre todo me dejó una enseñanza, mas vale arriesgarse.



Un buen lunch.

Sunday, October 14, 2007

여보세요, 나는 한국어를 배운것을 필요로 한다

주사위

여러가지 모양의 주사위
주사위는 놀이 도구의 하나로서, 무작위로 선택된 어떤 결과를 얻고자 할 때 사용된다. 정다면체의 각각의 면에 임의의 숫자나 눈 등등 결과 값으로 얻고 싶은 후보가 되는 것들을 표시한 뒤 공중에 던져, 바닥에 떨어졌을 때 보이는 것(주로 윗면만)이 결과가 된다.
'주사위'라는 용어는 최근에 와서 기능적인 측면이 강조되어 형태에 차이가 있더라도 위와 같은 일을 수행하는 정다면체를 포괄적으로 가리키게 되었지만, 본래는 정육면체의 형태인 것만 지칭하는 말이었던 것으로 보인다.


Algunos buenos palindromos:



a ver amigos palindromo significa que si lo lees de adelante para atras o de atras pa delante dice lo mismo. Lean:



Adán no cede con nada.
Adán salta y Atlas nada.
Adán, se ave, Eva es nada.
Adivina ya te opina, ya ni miles origina, ya ni cetro me domina, ya ni monarcas, a repaso ni mulato carreta, acaso nicotina, ya ni cita vecino, anima cocina, pedazo gallina, cedazo terso nos retoza de canilla goza, de pánico camina, ónice vaticina, ya ni tocino saca, a terracota luminosa pera, sacra nómina y ánimo de mortecina, ya ni giros elimina, ya ni poeta, ya ni vida.
Autor: Ricardo Ochoa.

A la gorda, drógala.
A la Manuela, dale una mala
A la patata, tápala.
Al alba, háblala.
Alba habla.
Allí por la tropa portado, traído a ese paraje de maniobras, una tipa como capitán usar boina me dejara, pese a odiar toda tropa por tal ropilla.

Allí va Ramón y no maravilla.
Al reparto , otra perla.
Amad a la dama.
Amada dama.
A Mercedes ese de crema.
Amargor pleno con el programa.
Amigo, no gima.
Amó la paloma.
Amo la pacífica paloma.
Amor a Roma.
Ana lava lana.
Ana lleva al oso la avellana.
Ana lleva nenes al abad, al reconocerla, dábala Senén avellana.
Anás usó tu auto, Susana.
Anita lava la tina.
Anita, la gorda lagartona, no traga la droga latina.
Anita patina.
Anilina.
Arriba la birra.
Así le ama Elisa.
Así mal oirá Sor Rosario la misa.
Así Ramona va, no Marisa.
Átale, demoníaco Caín, o me delata.
Autor: Juan Filloy.
Ate la pala a la paleta.
A tí no, bonita.
Dábale arroz a la zorra el abad.
Tal vez uno de los más populares...
Dábale anal paz a Zaplana el abad.
El birrete terrible.
Ella te dará detalle.
Es Adán, ya ve, yo soy Eva y nada sé.
Es raro dorarse.
Ese se acurruca, es ese.
Eva usaba rímel y le miraba suave.
Eva ya ve.
Isaac no ronca así.
La diva ama a Vidal.
La mamá ama mal.
La ruta natural.
La ruta nos aportó otro paso natural.
La tomo como tal.
La turba bajaba brutal.
Las Nemocón no comen sal.
Lámina animal.
Lamina elisavet/te vacile animal.****
¿Ligará Gil o no ligará Gil?
Logré ver gol.
Luz azul.
Natán.
Osa mata maso
No bajará Sara jabón.
No deseo yo ese don
No di mi decoro; cedí mi don.
No sorbas, sabrosón.
Nota épica: Nací peatón.
No traces en ese cartón.
Noel liga la renga Wagner al ágil león.
Odio la luz azul al oído.
Oír Aída en ópera, la lírica Cirila la repone a diario.
Oirás orar a Rosario.
Os aporto otro paso.
O rey o joyero.
Radar.
Reconocer.
Saca tu butacas.
Sal, Blas.
Salta Lenín el atlas.
Sara Baras
(Nombre de una bailaora española).
Satan adama tabat amada natas. ***
Señor goloso logroñés.
¿Será lodo o dólares?
Sobornos son robos. ***
Sólo dí sol a los ídolos.
Somos raza, ese azar somos. ***
Son mulas o los alumnos.
Sor Rebeca hace berros.
Se corta Sarita a tiras atroces.
¿Se va? ¡lleve llaves!
Se van sus naves.
Sé verla al revés.
¿Somos o no somos?
Yo hago yoga hoy.
Yo haré un imán a mi nuera hoy.
Yo dono rosas, oro no doy.
Yo soy.
Izan radar nazi
A mamá mama
Oracle el caro
Yo voy

FILOSOFANDO

Todo tiempo pasado... fue anterior.
Tener la conciencia limpia es señal de mala memoria.
Pez que lucha contra corriente, muere electrocutado.
Los honestos son inadaptados sociales.
El que nace pobre y feo, tiene grandes posibilidades de que al crecer... se le desarrollen ambas condiciones.
¿Si la montaña viene hacia tí? ¡¡Corre!! Es un derrumbe.
Lo importante no es ganar, sino hacer perder al otro.
No soy un completo inútil, por lo menos sirvo de mal ejemplo.
Si no eres parte de la solución, eres parte del problema.
Una mujer me arrastró a la bebida... y nunca tuve la cortesía de darle las gracias.
Errar es humano, pero echarle la culpa a otro, es más humano todavía.
Lo importante no es saber, sino tener el teléfono del que sabe.
Yo no sufro de locura, la disfruto a cada minuto.
Es bueno dejar el trago, lo malo es no acordarse donde.
La inteligencia me persigue, pero yo soy más rápido.
La verdad absoluta no existe, y esto es absolutamente cierto.
Hay un mundo mejor, pero es carísimo.
La mujer que no tiene suerte con los hombres... no sabe la suerte que tiene.
La pereza es madre de todos los vicios, y como madre... hay que respetarla.
Si un pajarito te dice algo... debes estar loco, pues los pájaros no hablan.
No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.
Felices los que nada esperan, porque nunca serán defraudados.
Lo triste no es ir al cementerio, sino quedarse.
Hay dos palabras que te abrirán muchas puertas: "tire" y "empuje".
¿Para que beber y conducir si puedes fumar y volar?
Biología: Donde hay comida comparecen los comensales

Cuando estuve en Inglaterra, colaboraba en una Iglesia Anglicana, pero que es eso de anglicano???
Bueno, muy sencillo, sucede que el término anglicano y su derivado anglicanismo, provienen del latín medieval "ecclesia anglicana", que significa iglesia inglesa, y se utiliza para describir a las personas, las instituciones y las iglesias, las tradiciones litúrgicas y conceptos teológicos desarrollados tanto por la Iglesia de Inglaterra, en lo particular, como por las provincias eclesiásticas de la Comunión Anglicana. También se utiliza en lo referente a las iglesias anglicanas sin comunión con el Arzobispo de Canterbury, como las partícipes del Movimiento Anglicano de Continuación. Esta foto es de la iglesia de Canterbury





Dice Wikipedia que la Comunión Anglicana se considera parte plena de la Iglesia Cristiana: una, santa, católica y apostólica, y se declara inequívocamente Católica y Reformada, al respecto, es interesante la frase del Deán Henry Forrester (México, 1906): «Católica, aunque no romana y Evangélica, aunque no protestante».


Para muchos anglicanos, representa también una forma de catolicismo no-papal, y para otros, una forma de protestantismo sin figuras fundadoras tales como Lutero o Calvino.

Pero en la línea del anglicanismo clásico, los planteamientos del teólogo isabelino del siglo XVI Richard Hooker en Essays on Ecclesiastical Polity, siguen expresando la identidad anglicana como prudente combinación entre estas dos tradiciones cristianas, una Via Media entre ambas, mediante una aplicación balanceada de tres criterios esenciales de fe y ética:
La Sagrada Escritura,
la Tradición Eclesiástica y
la Razón.






Algo muy interesante del Anglicanismo es que sus fundamentos son 4 elementos de la fe cristiana, basados en un texto del siglo V conocido como Commonitorium, de San Vicente de Lerins:


Id teneamus, quod ubique, quod semper, quod ab omnibus creditum est; hoc est et enim vere proprieque catholicum ("Debe tenerse como propiamente católico aquello que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos"), a saber:


1.-La Biblia, o las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamentos, como base de la fe cristiana.
2.-Los Credos Apostólico y Niceno, como resúmenes suficientes de la fe contenida en la Escritura.
3.-Los Sacramentos del Bautismo y la Eucaristía, como medios indispensables, externos y sensibles (instituídos por Cristo), como medios de la Gracia de Dios, que es interna y espiritual. Esta jerarquización no elimina los otros cinco sacramentos tradicionales que, instituidos por la Iglesia con la autoridad de Cristo, se añaden a los dos primeros.
4.-El Orden Apostólico, expresado en una triple jerarquía de ministros ordenados: Obispos, Presbíteros y Diáconos, quienes sirven y capacitan a los Laicos bautizados, en la obra de testificar a Cristo en su Pasión, Muerte y Resurección.


Estos cuatro elementos se comprenderian a la luz de la tríada: Escritura, Tradición, Razón, que servirían como triple criterio para discernir la fe y la ética del cristiano.
Estos cuatro elementos establecen para los anglicanos un orden de prioridades en las costumbres y tradiciones eclesiásticas, así, la Bendita Virgen María, Madre de Nuestro Señor Jesucristo, es reconocida como "Bendita entre las Mujeres", "Bienaventurada por todas las generaciones" (conforme al Evangelio según San Lucas), según la tradición local que, no obstante, jamás compite con la adoración que sólo se tributa a Dios: al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo.

Entre los anglicanos no existe una veneración de santos propiamente dicha; antes bien, en la medida en que la Iglesia, como Pueblo de Dios, es Santa, todos sus miembros bautizados lo son, no por sus merecimientos morales, sino en virtud de su vocación. Sin embargo, la Iglesia honra a Dios y le da gracias «por la Gracia depositada en sus santos, que han sido luces del mundo en su propia generación»; de esta manera, es posible honrar, dentro de la liturgia, y con arreglo a un Calendario Eclesiástico, a los bautizados que han sido héroes de la fe.


En las iglesias anglicanas existen diversas imágenes: íconos, retablos, conjuntos escultóricos y, sobre todo, vitrales; sin embargo, en los ambientes anglicanos suele establecerse una clara diferencia entre utilizar imágenes en el culto (práctica generalmente aceptada), a rendir culto, de cualquier índole, a las imágenes. Este criterio distingue al anglicanismo tanto de las tradiciones protestantes, como de las católico romanas y ortodoxas, en lo que al tratamiento de las imágenes religiosas se refiere.


La dignidad humana y la igualdad entre todas las personas forman parte fundamental de los valores anglicanos, así lo muestran las modernas redacciones de los votos bautismales en las diversas provincias de la Comunión, y también el ejemplo de arzobispos anglicanos destacados, como el sudafricano Desmond Tutu, luchador incansable por la justicia en un país dominado por una de las formas más severas de discriminación racial, el "Apartheid". En medio de esta discriminación, el Arzobispo Tutu no sólo luchó por los derechos de los africanos, sino que ayudó a mantener la paz desterrando el odio, fue galardonado por ello con el Premio Nobel de la Paz en 1984.


Unas citas interesantes de Tutu:
"Cuando vinieron los misioneros a África tenían la Biblia y nosotros la tierra. Nos dijeron: vamos a rezar. Cerramos los ojos. Cuando los abrimos, teníamos la Biblia y ellos la tierra."

"Una persona con ubuntu es abierta y está disponible para los demás, afirma de los demás, no se siente amenazado cuando otros son capaces y están bien, porque es seguro de sí mismo ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se disminuye cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos."


Se observa que, en la mayoría de las provincias anglicanas, es posible, desde 1970, la Ordenación de mujeres al diaconado, al presbiterado y al episcopado, lo cual, no obstante, no ha dejado de crear amplia discusión entre las iglesias de esta Comunión. La primera mujer consagrada al episcopado fue Barbara Clementine Harris, como Obispa Sufragánea de Massachusetts (Estados Unidos de América), en 1990.
La actitud de los anglicanos ante la homosexualidad, es también un asunto bastante espinoso que ha provocado, en su seno, serias confrontaciones en todo ámbito, desde la repulsión hasta la más amplia aceptación, pero el simple hecho de que este tema sea motivo de debate, muestra, no tanto a una familia dividida, cuanto a una sociedad humana sumamente cambiante, de la cual el Anglicanismo es reflejo, y muestra también a una comunión eclesial donde es posible reconocerse como miembros aún a pesar de las diferencias teológicas.


Esto lo encontre en Wikipedia.